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Alcohol, cannabis y adicción a las redes sociales, los retos de Proyecto Hombre tras el covid

Proyecto Hombre lleva desde 1990 luchando contra las drogas en Galicia. Con presencia en las cuatro provincias gallegas, este año suma 450 personas a tratamiento. Alcoholismo y adicciones a cocaína, cannabis, anfetaminas o heroína han sido siempre sus caballos de batalla, a los que ahora se suman la dependencia de los jóvenes a redes sociales y dispositivos móviles, así como la irrupción de problemas con los juegos de azar a través de internet. En la provincia coruñesa cuenta con unos 150 pacientes, repartidos entre los centros Santiago, Val do Dubra y la consulta de A Coruña.

Es en la capital gallega donde llevan a cabo un proyecto de restauración llamado Una pizka de esperanza, con el que buscan formar a los usuarios para mejorar su inserción laboral en el sector de la hostelería. En la Comunidad Terapéutica de As Cernadas, el objetivo es rehabilitar por completo a los internos, apostando por un enfoque que aborda la problemática a nivel social, laboral, profesional y familiar.

Aunque la heroína fue la droga que golpeó a la población gallega a finales de los 80 y principios de los 90, desde Proyecto Hombre ahora dirigen la mirada al cannabis, donde encuentran cada vez con más jóvenes adictos; y al alcohol, que afecta a personas de cualquier edad, y que es la droga más consumida en Galicia.

Campañas de prevención y una apuesta firme a nivel educativo es el plan de la entidad para frenar otra traba que se ha disparado tras la pandemia del coronavirus: la adicción de los jóvenes a las nuevas tecnologías, redes sociales y videojuegos. Para ello, Proyecto Hombre asesora directamente a los centros educativos y realiza charlas.

Mismo mensaje

Los expertos de la entidad destacan que la clave con los jóvenes, tanto en el consumo de alcohol y drogas, como en las adicciones a las nuevas tecnologías, pasa porque todas las partes implicadas envíen un mismo mensaje. En el caso de los estupefacientes, que son perjudiciales en su desarrollo físico y conducta, mientras que con los medios digitales, que conozcan cómo controlar su uso y la importancia de seguir llevando a cabo actividades donde la interacción sea física y social.

Proyecto Hombre también ha lanzado en la provincia una campaña para la prevención del consumo de drogas, sobre todo estimulantes, en el ámbito laboral. En lo referente a los centros de larga estancia con los que cuenta en Santiago y As Cernadas, en Val do Dubra —a la espera de la construcción de otro en A Coruña— se llevan a cabo iniciativas para personas con un mayor nivel de adicción. En el caso del centro compostelano, hay planes para pacientes que, a pesar de que estar en proceso de desintoxicación, mantienen una vida laboral y solo acuden en horario vespertino.

En A Coruña, la rama que se pretende desarrollar está vinculada al alcoholismo, que sigue en constante aumento, y cuyos afectados a día de hoy tienen que acudir a la capital gallega para ser tratados por parte de profesionales.

Los profesionales aprovecharon la pandemia para formarse en nuevas adicciones

Ni durante la pandemia por el coronavirus se detuvo la actividad de Proyecto Hombre. Tampoco lo hicieron sus profesionales, que aprovecharon la ocasión para formarse en nuevas adicciones y tratamientos en salud mental. Esa es otra de las cuestiones que consideran que está en constante crecimiento y que, en el caso de las personas que cuentan con algún tipo de adicción, es todavía más perjudicial.

Los psicólogos, trabajadores sociales o educadores que forman parte del equipo se preparan mediante una formación continúa que arranca con dos años de trabajo para que conozcan la manera de abordar las problemáticas. Esa adaptación incluye también un máster en drogodependencias, homologado por la Universidad de Oviedo, y que se completa con módulos específicos. El objetivo es que todos cuenten con la información suficiente y lleven a cabo su labor con la mayor seguridad.

Con la meta de abordar la solución desde un punto de vista multidisciplinar, el primer paso es el de lograr que los afectados recuperen su autoestima. Para ello, además de tratamiento médico, saben de la importancia de que psicólogos y trabajadores sociales que consigan que esas personas vuelvan a sentir las ganas de vivir.

Ofelia Debén
Ofelia Debén

«Yonki es una etiqueta y una falta de respeto que induce a falsos prejuicios»

La psicóloga ourensana Ofelia Debén Rodríguez coordina Proyecto Hombre en Galicia desde el pasado año. Afirma que los tiempos y las adicciones cambian, habiéndose acelerado con el covid.

—¿Se puede salir de una adicción?

—Sin lugar a dudas, o no podría estar trabajando en esto desde los 90. Es un problema recuperable. No pensamos que sea crónico y que lo tengas que arrastrar toda tu vida. Una adicción es la punta del iceberg. Es lo que llama la atención, pero por debajo hay otros problemas de baja autoestima, falta de sociabilidad, relaciones familiares…

—Por lo que se transmite desde la calle, ¿Ha vuelto la heroína?

—Hoy es una droga secundaria. Es una sustancia depresora con uno problemas serios, pero también engancha el cannabis o la cocaína, y con unos deterioros a nivel psicológico importantes. Cualquier conducta adictiva puede destrozar tu ritmo de vida. El alcohol también, que a día de hoy es la droga más consumida, aunque está socialmente aceptada. Hay un problema serio con ella en adolescentes.

—También con las nuevas tecnologías

—Nos ayudan a relacionarnos, pero si te pasas de rosca puede generarte comportamientos destructivos. Tienes que saber parar y no romper relaciones sociales o actividades en grupo.

—¿A qué edad es bueno que un niño tenga teléfono móvil?

—Igual hasta los 13, 14 o 15 años no es necesario. Pueden tener conexión a él, pero con unos límites parentales que a día de hoy se pueden aplicar y evitan que accedan a temas que no son ideales para ellos. No es necesario tener al niño controlado con el teléfono.

—¿Qué opina sobre la legalización de las drogas blandas?

—De blandas tienen de poco, si nos referimos a cannabis o alcohol. Los efectos secundarios son muy potentes. Nunca entramos en ese debate, legalizar las drogas no va a ayudar a que una persona deje de consumir o haya menos adicción.

—El proyecto que tienen para A Coruña sigue sin salir adelante.

—La casa donde estábamos en Bastiagueiro tuvimos que entregarla y nuestra idea era construir un edificio que albergase el programa de alcoholismo y otros programas de innovación. El Concello nos cedió una parcela cerca del Chuac, y la Xunta nos financiaba el 50 % del coste. Para el 25 % restante pensábamos en la Diputación de A Coruñay el otro 25 %, nosotros. La ayuda de la Xunta se ha formalizado, pero de la Diputación aún no tenemos respuesta. Ahora la gente de A Coruña con problemas tiene que acudir a Santiago. El objetivo del nuevo centro es el de poner en marcha un centro de larga estancia para aquellas personas que no tienen un anclaje social externo y sí una edad considerable, aunque no pueden entrar todavía en un centro de mayores.

—¿Qué piensa cuando escucha la palabra yonqui?

—Yonki es una etiqueta y una falta de respeto que induce a falsos prejuicios e ideas sobre una persona que hay que ayudar como si tuviera un problema de salud mental o de salud física. En Proyecto Hombre intentamos abordar ese problema desde un enfoque amplio, nuestros procesos de rehabilitación son largos, de 18 o 20 meses, y en los que la persona aprende nociones de cocina, cantería, fruticultura, informática. Hay actividades de ocio y tiempo libre. Buscamos que tenga un presente lo suficiente rico para que se olvide del pasado.

Fuente: La Voz de Galicia

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